María Gracia Díaz, la religiosa que en Comarapa convirtió la caridad en latidos de vida

6 octubre, 2025
Al conocer de cerca las necesidades de su región, ella fue parte de la campaña de marcapasos realizada en agosto.
La hermana María Gracia Díaz conoció al padre Christian Müssig en Saipina, una población cercana a Comarapa, donde hoy administra el hospital de su congregación. Durante una visita al centro médico, el sacerdote se enteró de que varios pacientes de escasos recursos necesitaban marcapasos. Fue entonces cuando surgió la posibilidad de ayudarlos: tres de esos dispositivos fueron implantados en agosto gracias a una campaña de la Fundación Nacional Vida Segura y la Pastoral Cáritas (Pasoc), con el apoyo de la Clínica de las Américas.
Religiosa católica de 58 años, enfermera de profesión y oriunda de Sucre, la hermana María Gracia es la coordinadora en Bolivia de la Congregación de las Dominicas de Santa Catalina de Siena. Para los beneficiados, ella es simplemente “la hermanita”, un apodo que refleja el cariño y la gratitud con que la recuerdan. Los tres pacientes que recibieron el marcapasos sienten que, gracias a ella, hoy pueden vivir más y mejor.
“Cuando el padre Christian me contó que habría una campaña de donación de marcapasos, me puse a buscar de inmediato a quienes más lo necesitaban. También consulté con nuestro cardiólogo para verificar los casos urgentes”, relató. “Identificamos a cuatro pacientes, pero lamentablemente uno falleció antes de recibir el implante”. Los beneficiados fueron Justina Claros, de Comarapa; Ponciano Fuentes, de Bañado de la Cruz; y Zenón Saldaña, de Saipina.
Su labor en un pequeño puesto médico en Saipina y ahora en el hospital de Comarapa le ha permitido un contacto cercano con la gente. “Veo sus necesidades, me relaciono con ellos. Aunque mis funciones son principalmente administrativas, todas las mañanas me doy una vueltita para saludarlos”, comenta. “Aquí hay muchos pacientes cardíacos porque el Mal de Chagas está muy presente en la zona”.
La mayoría de esos enfermos son personas mayores, campesinos que viven en condiciones de pobreza. “Da mucha pena ver su sufrimiento, porque tienen familia, hijos y nietos a quienes cuidar, pero saben que sus vidas están en riesgo. Como nuestra institución es de ayuda social, buscamos apoyarlos siempre desde la solidaridad y la caridad”, explicó.
Uno de los casos más conmovedores fue el de doña Justina Claros: su familia había comenzado a preparar comida para vender y así reunir el dinero necesario para comprar el dispositivo. “¡Uy! Pero iban a tardar muchísimo en juntar el monto, porque esos aparatos cuestan carísimo. Ahora están muy agradecidos, porque sienten que fue un regalo de Dios, hecho posible gracias a una cadena de ángeles que se unieron para ayudar”, recordó emocionada la hermana.
Fiel a su vocación de servicio, ya trabaja en la búsqueda de nuevos pacientes para una próxima campaña de marcapasos gratuitos propiciada por la Fundación Nacional Vida Segura. Su meta es que al menos tres enfermos cardíacos puedan acceder a ellos. “Sé que hay muchos casos, incluso en otras regiones del país donde la urgencia es aún mayor. Cada persona es un mundo, con su historia y sus preocupaciones. Y nuestro deber es tenderles la mano”.